Existen pocos lugares en la tierra en los que la historia y la leyenda cobren vida como lo hacen en el Rajastán. En parte se debe a la gran cantidad de espléndidos palacios y fortalezas, muchos de ellos del siglo XVI, pero sobre todo a las antiguas leyendas, que todavía se cuentan como si hubiesen sucedido ayer. Tratan de los grandes guerreros rajputas, cuya gloriosa tradición de valor e hidalguía evoca a la de los caballeros medievales de occidente.
El Rajastán es el territorio más extenso del noroeste de la India (342.000 Km. cuadrados). La parte colindante con Pakistán es el desierto del Thar, de Marusthli o Marwar (“La tierra de la muerte”), históricamente zona de tráfico de caravanas y ciudades-oasis con larga tradición comercial y artesanal. Su extensión es de 207.200 Km. cuadrados. Se trata de un ecosistema exclusivamente desértico, con terreno de arena y rocas, donde crecen arbustos espinosos y árboles resistentes, tales como la Acacia Nilótica y la Prosopsis cineraria.
En el centro, siguiendo una orientación suroeste-noreste, están los montes Aravalli. Son montañas antiguas erosionadas por los monzones, que no superan los 2000 m de altitud, con una flora y fauna muy interesante, que incluye tigres, búfalos y ciervos, aunque ya no existe el antiguo bosque. Los montes separan la árida zona oeste, de la zona este, muy fértil al beneficiarse de las lluvias monzónicas. Aquí se concentra la producción agrícola del estado, basada en los cereales y el algodón. Igualmente fértil es la parte sur limítrofe con Gujarat, con tierras altas cubiertas de abundante vegetación. Al oeste, el clima es generalmente seco, el monzón tiene escasa incidencia aunque da cierta vida al desierto del Thar, que ofrece una vegetación esteparia durante esta estación. En el desierto las temperaturas pueden subir hasta 50º C, sobre todo entre abril y junio antes del monzón. El desierto del Thar estuvo gobernado por tres reinos: Jaisalmer, Jodhpur y Bikaner. Shekhawati, con sus havelis pintadas, se encuentra en la zona norte semiárida. Los valles y llanuras del este se funden al sur con los montes Vindhya del centro de la India. En esta localización quedan: la bulliciosa capital del estado, Jaipur, y el Rathanbhore National Park, célebre por sus tigres. En el montañoso sur se encuentran los fantásticos palacios, lagos y fuertes de Udaipur y los espectaculares templos jainistas de Ranakpurn y Dilwara, en Monte Abu. El río principal es el Chambal
Historia: El Rajastán tiene una historia turbulenta por su posición geográfica y la tradicional belicosidad de los Rajput (hijos de reyes, de ahí la antigua denominación de la región, Rajputana), casta guerrera hinduista organizada en clanes, que se proclamaban de ascendencia aria directa del Sol, la Luna y el Fuego. El misterio rodea los orígenes de los Rajputs, que perecen haber surgido, totalmente armados, de las arenas del desierto. Probablemente, fueron guerreros nativos prearios, invasores hunos y cintios, que recibieron el estatus de kshatriya (guerrero-gobernante) en un ritual de purificación por el fuego en el Monte Abu. Sea como fuere, han gobernado el Rajastán con mano de hierro durante bastante mas de los últimos 1.000 años.
Los Rajput fundaron a partir de los siglos VI y VII principados feudales en torno a las fortalezas de las ciudades-oasis del desierto, envueltos casi siempre en feroces guerras intestinas. Su división favoreció la penetración islámica. A finales del siglo XII trataron de frenar al afgano Muhammad de Ghor con una coalición dirigida por el princlpe Prithviraj del clan Cauhan, pero fueron fácilmente desbaratados por las mejor organizadas tropas de Muhammad.
Los Rajput eran valerosos, pero daban más importancia al estilo caballeresco (romanticismo, caballerosidad y valor) y a su código de honor (según el cual, en caso de derrota debían inmolarse con el guerrero en la pira funeraria no solo el guerrero muerto sino sus esposas, hijos, etc., el jaujar) que al triunfo final en la batalla. Sus heroicas hazañas quedaron recogidas por los bardos de la corte en largos poemas épicos denominados rasau que constituyen una de las primeras manifestaciones de la literatura en hindi. Hay 36 clanes, muchos de ellos con nombres familiares: Batí (Jaisalmer), Chauhan (Ajmer), Hada Chauhan (Bundi/Kota), Jat (Bharatpur, Kuchwaha (Amber/Jaipur), Rathor (Bikaner/Jodhpur) y Sisodia (Udaipur). Todos los hombres ostentaron el título de Singh (señor/tigre), tanto si gobernaban un solo pueblito como un gran estado.
Los antiguos principados de Rajastán no fueron totalmente sometidos. Las grandes fortalezas de la región, Chittorgarh y Rathambor siguieron siendo una amenaza para el sultanato, mientras se extendía hacia el centro del país y Decán. Tras la caída de las fortalezas, la mayoría de los príncipes se refugiaban en el desierto y en las estribaciones de los Aravalli conservando su independencia con una audacia y obstinación legendarias.
Entonces los Mogol cambiaron de política hacia los Rajput, en vez de proponerse una represión difícil y costosa trataron de ganárselos creando lazos de sangre a través de matrimonios (el propio Akbar se casó con una princesa del clan Kachvaha) o encomendándoles cargos políticos y militares de prestigio. Sólo uno de ellos, el maharana Pratap Singh de Udaipur, se negó a someterse a los mogoles. Con la decadencia del imperio mogol los principados rajput recuperaron cierta autonomía, reconocida incluso durante el raj británico. Los maharajás (reyes) y los rana (príncipes) ricos señores de minúsculos estados se convirtieron en sinónimo de lujo, opulencia y exotismo en el imaginario occidental (rani: princesa).
Los príncipes rajput lograron conservar ciertos privilegios después de la independencia de 1947. Pero los arquitectos de la Independencia, Ghandi y Nehru a la cabeza, no les habían hecho sitio en la India nueva. Sin embargo, los 565 maharajás hindúes y los nababs musulmanes reinaban como soberanos hereditarios y absolutos sobre un tercio del territorio indio y aproximadamente sobre 100 millones de sus habitantes. Príncipes como el Nizam de Hyderabad y el Maharajá de Cachemira gobernaban estados tan vastos y poblados como las grandes naciones de Europa. La cofradía principesca contaba con algunos de los hombres mas ricos del mundo, así como con monarcas de rentas mas modestas que las de un comerciante del bazar de Bombay. Los expertos habían calculado, no obstante, que cada uno de ellos poseía una media de 11 títulos, 5,8 mujeres, 9,2 elefantes, 2,8 vagones de ferrocarril privados, 3,4 Rolls-Royce y un palmarés de 22,9 tigres abatidos. Fue en los años setenta cuando Indira Gandhi empezó a confiscar propiedades y abolir títulos y prebendas. Muchos maharajás se vieron obligados a emprender una nueva carrera empresarial: fortalezas y palacios se abrieron al público y se transformaron en museos u hoteles de lujo (mas del 70% del comercio turístico está en manos de los rajputs), contribuyendo a que el Rajastán sea el estado indio mas visitado por los turistas occidentales.
Son muy conservadores, sueñan con las glorias del pasado, detentan una autoridad todavía inmensa, sobre todo en las comunidades rurales, y están decididos a aferrarse a su estatus tradicional, aunque ya no puedan hacerlo legalmente.
Los fuertes antaño inexpugnables ahora están abiertos al visitante, y muchos de los antiguos palacios principescos y castillos feudales han sido transformados en deliciosos hoteles, a menudo regentados por las antiguas familias reinantes. El turismo ha hecho posible la restauración de estos edificios históricos, que ahora han vuelto a la vida. Además de convertirse en prósperos hosteleros, muchos de los antiguos príncipes Han hallado un nuevo lugar en la política, como representantes de sus distritos en el Parlamento Indio. La artesanía tradicional también ha vuelto a florecer, bajo el auspicio del turismo en lugar del de los maharajás.
La población del Rajastán era en el 2001 de 51.2 millones de habitantes. Tiene la densidad de población mas baja de la India, debido a las duras condiciones geográficas, en Jaisalmer la población llega a 9 habitantes por Km. cuadrado. Un rasgo muy importante de su población es la relativamente amplia proporción de tribus, que llegan a representar mas del 12%, y además tienen sus propias costumbres distintivas. Las dos tribus mayores son los bhils del sur y los minas del centro-norte.
El 80% de la población del Rajastán habita todavía en zonas rurales, donde vive de la agricultura y del pastoreo. El día a día en los pueblos es parecido al que ha sido durante cientos de años, una vida de fatiga que sólo interrumpen cada pocas semanas los festivales religiosos y las ferias de ganado. Estos eventos llenos de color brindan a los lugareños la oportunidad de festejar, comerciar y disfrutar de formas de entretenimiento tradicionales como las carreras de camellos y los espectáculos de títeres. Las ferias se han convertido también en un gran atractivo para los turistas, pues permiten conocer de cerca la gente y cultura del Rajastán rural. La sociedad del Rajastán es todavía muy conservadora y valora mucho los antiguos códigos feudales sobre la conducta y el honor. En una fecha tan reciente como 1.987, una joven viuda de 18 años, Roop Kanwar, fue quemada viva (se inmoló, se hizo el sati) en la pira funeraria de su esposo en un pueblo cercano a Jaipur(Shekhawati), mientras la aldea entera la observaba con admiración. Pero las cosas cambian: el Rajastán ha pasado de un índice de alfabetización de las mujeres del 20% hace una década, al 40% en 2.001, y las mujeres forman ya parte de los ayuntamientos de muchos pueblos. Los proyectos de desarrollo rural han llevado colegios, hospitales y agua hasta los remotos lugares del desierto. Lo que no ha cambiado es la cortesía y hospitalidad ancestrales que reinan en el Rajastán, ya sea en un palacio principesco o en una cabaña de barro en el desierto.
ECONOMÍA: Tradicionalmente, la economía del Rajastán ha dependido sobre todo de la ganadería, la agricultura y la artesanía. Curiosamente, en la época medieval las conquistas militares proporcionaban el principal impulso económico a esta región, cuando los reyes-guerreros regresaban de sus campañas militares por toda India trayendo consigo los botines de guerra. En la época contemporánea, el principal hito económico ha sido la construcción, con visión de futuro, del proyecto de irrigación del Canal del Ganga que se llevó acabo en los años veinte y treinta, y que convirtió el árido desierto del nordeste en tierra agrícola de primera. Desde 1947, le han seguido varios proyectos de irrigación importantes. Además, desde 1947, se ha desarrollado en este estado una industria relevante, que abarca desde el hilo sintético hasta el zinc, de productos para el automóvil a equipo electrónico. Otra contribución importante –y creciente- a la economía de este estado la constituye, naturalmente, el turismo. Ahora se cree también que bajo las arenas del desierto de Rajastán hay gas natural esperando ser extraído.
CULTURA: El Rajastán es famoso por su amplia variedad de formas de música y danzas tradicionales. Cada zona tiene un lenguaje de danza propio, desde las hipnóticas y sinuosas de los nómadas Kalbeliya de Jaisalmer hasta la vigorosa y enérgica danza del tambor de Jalore, desde la airosa y rítmica danza ghoomar de las mujeres de Udaipur hasta la temeraria danza del fuego de Bikaner que se ejecuta sobre ascuas encendidas. También puede descubrirse una diversidad fascinante de música tradicional que va desde la música sencilla y cautivadora de los cantores itinerantes del desierto de las comunidades langa y manganiyar, hasta las algo más sofisticadas mand, que solían cantarse en las cortes de los gobernantes rajputas. El Rajastán es conocido también por sus espectáculos de marionetas (un verdadero coñazo), basados en leyendas populares, y por el pabuji ki phad, una narración singular poética de la leyenda de Pabuji, a la que acompaña un pergamino ilustrado de nueve metros de longitud, especie de precursor medieval de una película moderna. El mejor escaparate de la cultura rajastaní lo constituye el renombrado Festival del Desierto que tiene lugar cada año en Jaisalmer, donde acuden los intérpretes más selectos de todo el estado para competir entre ellos y obtener reconocimiento.
RELIGIÓN: La religión predominante en Rajastán es, por supuesto, el hinduismo. Una característica religiosa interesante de Rajastán es la diversidad de cultos que se han desarrollado basándose en deidades locales y héroes populares. Los jainíes y los musulmanes son otros grupos religiosos presentes en este estado.