Día 11.- Viernes 13 de Agosto

Tour lancha cañón Sumidero. Visita pueblos indígenas San Juan Chamula y Zinacantán. Traslado San Cristóbal de las Casas.

ZINACANTÁN

Zinacantán, "el pueblo de la flor": zina.gif (37525 bytes)  
Como llegar:

Zinacantán está a 11 Km. hacia el noroeste de San Cristóbal de las Casas, el camino que  las une, pasa por la labor de Esquipulas, bello ejemplo de la arquitectura rural de los Altos donde se firmó en 1869 la tregua de la guerra de Castas. Prosigue bordeando los pies del cerro Huitepec, donde se ha constituido una reserva ecológica con senderos para apreciar la flora y la fauna propinas de las regiones templadas de Chiapas. Siguiendo la carretera Panamericana, a 18 Km. de San Cristóbal de Las Casas, la comunidad de Navenchauc, dependiente de Zinacantán, yace en el fondo de un valle rodeado de un relieve típicamente calcáreo. Sus casas, sus huertas y sus invernaderos comparten el escenario con un llano colmado por las lluvias durante buena parte del año y convertido entonces en una laguna, a causa de las dificultades de desagüe de este valle cárstico.

Como es Zinacantán: En Zinacantán los espacios sagrados están marcados por los cerros que rodean el pequeño valle y el conjunto formado por la iglesia San Lorenzo, de origen colonial pero remodelada a principios de siglo según el gusto del neoclásico sancristobalense, y las capillas de Esquipulas y San Sebastián. Zinacantán es tierra de trabajo y tradición, mezcla de raíces antiguas y progreso que no ha perdido la esencia básica de sus orígenes y es en esta comunidad, de mayas tzotziles, donde se administra con firmeza uno de los negocios florícolas más prósperos del sureste mexicano.  
  Zinacantán está enclavado en el fondo de una sierra que es similar a la que nos narran en los cuentos de hadas. Las casas de barro, madera, teja, y zacate, sobresalen a lo lejos. El caserío está rodeado de huertas y pastizales en donde comen los borregos y las mujeres tejen con telares prehispánicos. En el campo que los rodea crecen los betabeles, los rábanos, las coliflores, los repollos, y hay árboles cargados de manzanas, ciruelas, y perones. También se aprecian las siembras de claveles y los rectángulos blancos de los invernaderos, que venden en los mercados. Los tamales son un alimento típico del lugar, las gallinas son alimentadas con maíz seco y sólo se consumen en ocasiones especiales.  
Como se visten:

 

A diferencia de las túnicas de Chamula, la ropa tradicional del hombre en Zinacantán se diferencia por una túnica de franjas rojas y blancas que a la distancia parece de color rosa. El azul y el blanco son también usados por las mujeres, pero a las prendas que confeccionan con estos colores les añaden siempre una franja rosa en la orilla. Estas prendas se usan diariamente junto con sombreros de palma planos y redondos decorados con listones de colores. Las mujeres se visten con faldas negras y un rebozo de color fucsia. Zinacantán y Venustiano Carranza son las únicas comunidades indígenas donde se sigue utilizando el bello huipil blanco adornado con plumas de gallina para las bodas, una tradición que data de tiempos prehispánicos. Esta comunidad es también conocida por sus músicos. Durante el día, solo se ven mujeres y niños en el poblado ya que los hombres están en el campo, en los invernaderos, comerciando en San Cristóbal o manejando sus camiones de carga y transporte.

 
Tradiciones:

Los zinacantecos veneran a San Lorenzo, a San Sebastián y al señor de Equipulas entre otras santidades cristianas. Los ancianos de Zinacantán piensan que la tierra es cúbica y que descansa sobre los hornos de los dioses de las cuatro esquinas, y dicen que cuando la imagen de madera de San Lorenzo llegó al pueblo podía hablar, pero que eso no les gustó a los patriarcas y la bañaron en agua caliente para callarla. El cielo es azul, aseguran debido, a que el santo cielo lanzó una piedra de ese color al espacio cuando era perseguido por los demonios del inframundo, y para ellos la Virgen del Rosario es la madre del Santo Entierro, esta identificada con la luna y es la patrona de las mujeres. Cabe destacar que para los zinacantencos la cruz no simboliza el madero donde murió Cristo, sino un punto mágico, una puerta donde los hombres pueden entrar en contacto directo con las divinidades ancestrales. En estos sitios, los tzotziles de Zinacantán se comunican con el Dueño de la Tierra para pedirle buenas cosechas o permiso para cortar un árbol, o la cura de una enfermedad.

 
  Desde la antigüedad, la astucia de los zinacantencos para el mercadeo es reconocida y hay evidencia de que comerciaban ya con los mexicas y otros grupos del centro de Mesoamérica. En la época colonial, los tzotziles fueron los principales proveedores de sal de montaña en la región de los Altos de Chiapas, actividad que todavía continua en pequeña escala, y a mediados del presente siglo, con el apoyo y la asesoría del gobierno incursionaron con gran éxito en la producción de frutales y hortalizas, labor que mejoro su dieta y economía y les permitió adquirir camiones de transporte.  
  El último paso empresarial de los zinacantencos es la floricultura. Un estudio realizado por el gobierno de Chiapas a principios de los años ochenta, reveló que la superficie montañosa de Zinacantán, ubicada principalmente entre los 1800 y 2300 metros y surcada por pequeños valles, es apropiada para el cultivo de muchas especies de flores comerciales, y aunque desde antes los tzotziles de la región ya recolectaban ejemplares silvestres como orquídeas, margaritas, nubes y sembraban otras de manera rústica para la venta en los mercados de Tuxtla y San Cristóbal, los zinacantencos aprovechan los estudios y recursos oficiales que les ofrecían, se especializaron y en 1983 se instalaron cuatro invernaderos semitecnificados. Hoy en día, esta etnia cuenta ya con más de 240 instalaciones de este tipo, sin contar la tierra que se dedican a las flores de "cielo abierto" como el clavel, la gladiolo y el alcatraz.
Que hay que ver:

Zinacantán es una visita obligatoria para todas las personas que quieran convivir con un grupo maya al final del siglo XX. Los días de mercado, sábados y domingos, y sus numerosas celebraciones y fiesta, son la perfecta ocasión para introducirnos un poco en la rica gama cultural de este pueblo. Prácticamente hay festividades todo el año pero las más interesantes por su fuerza sincrética son la de San Sebastián, el 20 de enero en la que participa una pléyade de seres mitológicos como los monos, Cuervos, Jaguares, y los caballeros Españoles y la de San Lorenzo el 10 de agosto, en la que hay  gran número de visitantes y se realiza la danza ritual de los capitanes. El cambio de autoridades tradicionales es el 30 de diciembre; un domingo antes del 7 de octubre se festeja a la Virgen del Rosario; el carnaval y el tres de mayo son también buenos motivos para visitar a esta etnia chiapaneca.

 
Museo Ik’alojov: El museo Ik’alojov resume dentro de una casa tradicional de paja y barro, la riqueza cultural zinacanteca. En él hay muchas muestras de indumentaria, mobiliario, instrumentos musicales, utensilios. El despliegue de la producción artesanal de tonos de gran colorido al valle cuyo paisaje está salpicado de invernaderos para la producción florícola. Las flores son importantes no sólo de la economía zinacanteca sino también de sus rituales.