Walter Alvarez "Tiranosaurus rex y el cráter del destino"

Princeton University Press
 1997

 


En 1977 se empezaron a analizar las arcillas italianas del límite K-T (Límite estratigráfico entre el Cretácico-K- y el Terciario-T-, siendo el Cretácico el último período de la Era Mesozoica del Periodo Secundario), en busca de pistas del factor responsable de la extinción de los dinosaurios. Estos análisis arrojaron un resultado extraño: las concentraciones de iridio eran demasiado altas para provenir de muestras tomadas en la corteza terrestre. En 1980, Luis Alvarez y colaboradores reportaron en la revista Science, la presencia de cantidades anómalas de Iridio en el límite Cretácico/Terciario en diversas localidades del planeta . Elemento que sólo se encuentra en grandes cantidades en los meteoritos. Ello los llevó a concluir que probablemente la desintegración de un gran meteorito era el origen de dichos depósitos y que dada la gran extensión de los mismos, el cuerpo del que provenían debía ser enorme. Si esto era así el problema era ¿dónde se encontraba la huella de su impacto?

En 1981, Penfield y Camargo en la Reunión Anual de Geofísicos de Exploración que se efectuaba en Houston, Texas reportaron la presencia de una probable estructura de impacto en el subsuelo de Yucatán. Hipótesis basada en el análisis de datos gravimétricos y magnetométricos y en la distribución semicircular de los cenotes. No fue hasta 1991 que al analizar la UNAM y la NASA, muestras de pozos hechos por Petróleos Mexicanos, se confirmó la teoría de una estructura de impacto con una edad de 65 millones de años.

Con base en estos datos se llevaron a cabo dos series de perforaciones por parte de la UNAM y empresas de la iniciativa privada durante los años de 1994 y 1995. En total se realizaron 8 pozos, llamados UNAM1 a UNAM8, que proveyeron de un total de 2.62 kms de muestras. Los núcleos obtenidos han sido y serán analizadas tanto mediante geoquímica, paleomagnetismo y micropaleontología. También se han llevado a cabo numerosas campañas de exploración gravimétrica, magnetométrica, de resistividad eléctrica y magnetotelúrica.

Después de recogida la evidencia del "asesino" se pudieron reconstruir los hechos del "momento del crimen": Mientras que en Norteamérica vagaban manadas de Triceratops, seguidas de cerca por Tyrannosaurus rex, y mientras la parte occidental de Colombia estaba cubierta por un mar en el que nadaban miles de ammnonites, un meteoro cruzó el cielo y chocó contra la península de Yucatán a 30 km/s o más.

El aire comprimido por debajo del meteoro produjo un ruido inmenso y su temperatura subió a niveles altísimos. Las elevadas temperaturas producidas en el momento del impacto propiciaron reacciones químicas en las moléculas del aire permitiendo la formación de sustancias ácidas que después del impacto llovieron sobre la Tierra.  El impacto a tal velocidad no duró más de 3 segundos, pero sus consecuencias fueron definitivas. La onda de choque cruzó 3 kilómetros de piedra caliza, hizo trizas el meteoro y luego la roca se fundió y evaporó.

Los restos de la colisión fueron expulsados hasta salir de la atmósfera; el calor extraordinario generado por el impacto junto con el calor de los eyectos balísticos por la fricción con el aire provocaron gigantescos incendios en toda Norteamérica. Un terrible tsunami, con una ola calculada en varios kilómetros de altura barrió las costas del Golfo de México.  Los restos del impacto dieron la vuelta al planeta, impidieron el paso de la luz del sol, dejaron la Tierra a oscuras durante meses  y dispersaron el iridio por todo el mundo. La fotosíntesis se detuvo, los ecosistemas colapsaron, y los grandes reptiles dieron su adiós para siempre. Bueno, pero todo no fue tristeza: los pequeños mamíferos, los cocodrilos, tortugas, muchos peces, aves y lagartos sobrevivieron, y es por esta razón que Ud. en este momento puede estar leyendo este relato.

La anomalía de iridio se encuentra en todas las arcillas del límite K-T del mundo.
Todas las arcillas con anomalías de iridio y con cuarzo impactado de finales del cretácico dan la misma fecha de 65 millones de años.

La existencia del cráter de Chicxulub de 180 km de diámetro atestigua la colisión de un meteoro de 10 a 15 kilómetros de envergadura. Ahora parece estar todo claro, pero había muchos puntos oscuros que vamos a ir aclarando:

Sólo por medio de una extinción masiva se puede explicar que todos los grandes reptiles se encuentren sólo en los sedimentos de 65 millones de años para atrás y todos los mamíferos grandes de esa fecha en adelante.
También se extinguieron animales marinos como los amonites.

A lo largo de toda la década de los 80 se fueron descubrieron cada vez más pruebas en apoyo de la teoría de un impacto como la causa de la extinción acaecida en el Cretácico. Sin embargo, para desesperación de los expertos, su localización exacta permanecía oculta.

En todo buen misterio que se precie en el que el crimen permanece oculto casi de manera perfecta, suele haber siempre una pista falsa que desconcierta a los detectives. En nuestro caso, la pista falsa era la engañosa evidencia que apuntaba hacia un impacto en el océano. Sin embargo, en un buen misterio hay un fallo insignificante en el encubrimiento. Al final el detective lo descubre, el resto del disfraz se derrumba y el culpable es descubierto. Eso es lo que sucedió con la búsqueda del cráter del Cretácico. El disfraz era casi perfecto, pero el error estaba en el tsunami.

Un impacto oceánico gigante habría generado un tsunami verdaderamente enorme, capaz de erosionar el fondo del mar hasta profundidades que ningún otro tipo de olas alcanza nunca. Al alcanzar el borde continental, el tsunami se convertiría en una ola gigantesca, quizás de un kilómetro de altura, que rompería cerca de la costa. Los bosques más cercanos a la costa quedarían destruidos y la arena sería despedida, deslizándose hacia aguas profundas para formar los deslizamientos submarinos que los geólogos llaman flujos de turbidita. Estos dejan como sedimentos lechos de arena llamados turbiditas. Si pudiéramos encontrar una muestra de sedimentos marinos cercanos al borde oceánico, con turbidita justo en la frontera, eso señalaría a ese océano como el lugar del impacto.

Pero, tal y como sabemos ahora, el impacto no se produjo en el océano, sino en la corteza continental de la península del Yucatán, por encima o ligeramente por debajo del nivel del mar, situación en la cual no se debería haber generado ningún tsunami gigante. Si el encubrimiento del crimen hubiese sido perfecto, no habría habido ningún depósito procedente de ningún tsunami, y habríamos seguido buscándolo indefinidamente y en vano.

Sin embargo, había un fallo insignificante en el encubrimiento. El impacto tuvo lugar en el continente, pero cerca del océano. Se produjo lo suficientemente cerca como para generar un tsunami de todos modos en la zona adyacente oceánica (quizás debido a deyecciones provenientes del cráter, las cuales se precipitaron en las profundas aguas de los alrededores, o a partir de ondas sísmicas o corrimientos submarinos desencadenados por el impacto).

No está aún claro el mecanismo exacto, pero inmediatamente después de que el cometa chocara contra el Yucatán, el tsunami se propagó a gran velocidad del lugar del impacto. Dejó como evidencia de ello un lecho marino desgarrado y cubierto de residuos depositados por sedimentación, la prueba que andábamos buscando. Nos había estado engañando durante años, pero estábamos a punto de tropezarnos con el fallo en el casi perfecto disfraz.
 

W. Alvarez ahora nos va a hablar sobre el descubrimiento de posibles lechos de arena procedentes de un tsunami a lo largo del río Brazos -inicialmente llamado Río Brazos de Dios-, al sur de Galveston, en Texas).

Alan Hildebrand era un canadiense llegado a los EE. UU. a principio de los 80 para estudiar con Bill Boynton en la universidad de Arizona. La tarea crítica para un estudiante recién licenciado es dar con un tema para su tesis doctoral suficientemente sugerente y significativo, pero no tan difícil como para ser imposible. Alan se centró en la frontera de fines del Cretácico desde el principio de su trabajo. Con la sensación de estar acercándose al fondo del problema, consideró en primer lugar la posibilidad de vulcanismo generado por un impacto, y entonces encontró más evidencias engañosas acerca de un posible impacto en el océano.

Hacia 1988, Alan ya había decidido que el lecho de tsunami del río Brazos era la clave para encontrar el cráter. Sabía que la ola sólo habría podido provenir del sur de Texas, porque esa era la dirección en la cual se encontraban las aguas profundas hace 65 millones de años, tal y como es ahora. Dedujo que el lugar del impacto no podría haber estado demasiado distante de Texas, porque el Golfo de Mexico es una zona de agua cerrada, protegiéndola de cualquier tsunami que viniera desde lejos. Aceptando la opinión reinante de que el impacto se produjo en la corteza oceánica, Alan centró su atención en el Golfo de Mexico y en el Caribe.

En una búsqueda tenaz, Alan retornaba al río Brazos una y otra vez, intentando extraer cualquier sugerencia desconocida y cualquier último resto de evidencia de un yacimiento de tsunami, y peinó la literatura publicada y los mapas del Golfo y del Caribe en busca de cualquier indicio de sedimentos provenientes de un impacto, o de una estructura circular que pudiera ser el cráter de un impacto. Descubrió un conjunto de características vagamente circulares en mapas del lecho marino del norte del Caribe en Colombia y supo de le existencia de un patrón circular de anomalías gravimétricas en la costa norte de la península del Yucatán. Este candidato tenía un aspecto francamente prometedor, incluso aunque estuviera en la corteza continental.

No se había publicado casi ningún artículo acerca del patrón circular de anomalías gravimétricas en el Yucatán que sugiriese la existencia de un cráter enterrado. Alan tuvo que realizar un trabajo realmente detectivesco para dar con algo. Al final dio con la pista de quienes sabían de la estructura del Yucatán, y así fue como se convirtió en el primero de los investigadores sobre el Cretácico en conocer a Antonio Camargo y Glen Penfield. Finalmente, en 1991, Hildebrand, Penfield, Kring, Pilkington, Camargo, Jacobsen y Boynton publicaron un artículo titulado "El cráter de Chicxulub: un posible cráter de impacto en la frontera del Cretácico y Terciario en la península del Yucatán, Mexico".

Fue un bombazo. ¡Al fin se había descubierto el Cráter del Destino! La pista había sido el tsunami, generado aunque el impacto había tenido lugar en la corteza continental. La Naturaleza había enterrado el cráter y era completamente invisible en la superficie, pero el tsunami había extendido la prueba de un impacto en la cercanía hasta un conjunto de rocas en Texas. La era de los fósiles de Thor Jansen, la corazonada de Jan Smit, el estudio detallado de Jody Bourgeois y la incansable búsqueda de Alan Hildebrand habían dado sus frutos. Aprendimos a deletrear Chicxulub, descubrimos que se trataba de una palabra maya y comenzamos a oír la extraordinaria historia que Glen Penfield y Antonio Camargo hacía diez años que conocían.

La historia aún no ha terminado.....

La extinción de los dinosaurios, los cuales dominaron la Tierra durante 180 millones de años aproximadamente, resulta sumamente espectacular; sin embargo, no fueron los únicos en desaparecer de la faz de la Tierra: también se extinguieron los amonites, antecesores de los cefalópodos actuales (calamares, pulpos, nautilus, etc.), insectos, plantas, etc. Esta es considerada una extinción masiva, debido a que desaparecieron más del 50% de las especies que existían en ese momento. Es importante señalar que la Tierra ha experimentado otras extinciones masivas, como las ocurridas en: el Ordovícico tardío ( hace 440 millones de años), Devónico tardío (360 millones de años), el límite Permo-Triásico (248 millones de años), el Triásico tardío (210 millones de años) y en el límite Cretácico-Terciario (K/T) (65 millones de años), este último resulta sumamente interesante ya que, en comparación con los anteriores, es el más reciente y contamos con más y mejores evidencias acerca de las causas.

Desde que el hombre descubrió los primeros restos fósiles de los dinosaurios, buscó una explicación acerca de su desaparición y no es de extrañar que las primeras explicaciones fueran de tipo teológico y estuvieran asociadas al diluvio universal. Desde entonces, diversas teorías, que invocan causas aún más variadas, han sido propuestas, por ejemplo, y sólo por citar algunas:

1. La predación de los mamíferos primitivos sobre los huevos y crías de los dinosaurios podría ser la causa de su extinción. Sin embargo esta teoría no explica qué pasó con los dinosaurios marinos. 2. El súbito incremento en el vulcanismo global, así como terremotos podrían ser la causa. De ser cierta esta teoría, ¿cómo explicar que los demás seres vivos hayan sobrevivido? 3. Incluso, existe una teoría que relaciona la extinción de una planta, que los dinosaurios utilizaban como laxante, con la extinción de los dinosaurios (Sagan, 1977).

Todas estas teorías tratan de explicar la desaparición de los dinosaurios, pero como ya comentamos, era necesario encontrar un mecanismo que explicara la desaparición de las demás especies.

Gracias a los estudios de Luis Alvarez y colaboradores en la década de los 80, la teoría de un impacto meteorítico, como la causa primordial de la extinción masiva en el límite K/T, ha cobrado relevancia y estudios posteriores han sustentado esta teoría. Tras el descubrimiento del cráter de Chicxulub en la península de Yucatán, varios modelos, acerca de los efectos que tuvo el impacto en el planeta, han sido propuestos.

Antes de pasar a describir estos modelos, debemos apuntar varios datos acerca del impacto en sí. El diámetro del cráter es de aproximadamente 180 km, lo cual significa que el meteorito tenía alrededor de 10 km de diámetro y que viajaba a 20 km/s, la península estaba cubierta por un mar de aproximadamente 100 m de profundidad. La península era una plataforma formada por rocas de carbonato de calcio (CaCO3) y rocas evaporíticas (CaSO4). Dado el tamaño y velocidad del impacto, gran parte de las rocas fueron "vaporizadas" al instante y otra parte fue expulsada a la atmósfera y algunas, incluso, al espacio exterior.

Con estos datos en mente, procedamos a analizar los modelos del impacto y post-impacto; actualmente existen dos modelos predominantes:

1. El impacto produjo marejadas, vulcanismo y seísmos. Tras ser vaporizadas las rocas calizas (carbonatadas: CaCO3), el carbono fue liberado a la atmósfera en forma de CO2, con lo cual se produjo un efecto invernadero y la temperatura global subió. El azufre de la evaporitas (CaSO4) fue liberado en forma de SO2, produciendo lluvia ácida y gases tóxicos. Todo esto provocó desequilibrio ecológico, principalmente en las plantas que son los productores primarios y base de la cadena alimenticia.

 

 2. El impacto provocó seísmos, tsunamis (olas gigantescas) y vulcanismo. El impacto pulveriza millones de toneladas de roca y las envía a la atmósfera, donde quedan suspendidas (los tiempos de permanencia del polvo en la atmósfera varían desde horas, hasta meses, dependiendo del modelo), bloqueando la luz solar y generando un efecto de "invierno nuclear", con la consecuente disminución de la temperatura global e impidiendo el proceso de fotosíntesis y con ello el colapso de la mayoría de los ecosistemas.

Existen varios datos que apoyan a este último modelo, principalmente datos paleontológicos, ya que algunas especies de microorganismos marinos, conocidos como diatomeas y foraminíferos, que son susceptibles a cambios de temperatura y luz, desaparecen súbitamente en el límite K/T, sin la ayuda de mamíferos, ni plantas laxantes.

Actualmente el cráter de Chicxulub ha aportado piezas importantes, que faltaban, del rompecabezas de la extinción masiva. La primera pista importante, es la magnitud del impacto. Algunos autores han propuesto que la anomalía de Iridio en el límite K/T, proviene de actividad volcánica, e incluso ubican esta actividad en las Deccan Traps, en la India, sin embargo otros autores han demostrado que tanto la edad (66 millones de años) y el volúmen de la actividad (es muy pequeña) en este lugar, no concuerdan con el evento K/T.

Por otra parte, Morales-Rodríguez y colaboradores (1998), calcularon que la masa de roca expulsada por el impacto en Chicxulub, es del orden de 1.35 x 1017 kg, suficiente para generar un invierno nuclear. Otra evidencia, clave, para el modelo del impacto meteorítico, es la presencia de granos de cuarzo con estrías de choque, las cuales sólo pueden ser producidas bajo presiones de más de 10 KPa (kilo pascales), presiones que sólo se pueden alcanzar en impactos de meteoritos.

Para finalizar, señalaremos que estos estudios son sumamente importantes para comprender cómo los cambios climáticos afectan la dinámica global, tanto en la vida como en la física del planeta, y no sólo eso, esta estructura brinda la oportunidad de conocer el interior de nuestro planeta que, hasta la fecha, se ha mantenido lejos de nuestro alcance.

La NASA ha mostrado imágenes de la península de Yucatán obtenidas durante la Misión Topográfica por Radar del Transbordador Espacial, en la que se aprecian marcas muy claras del cráter de impacto Chicxulub, de 180 Km de diámetro y 900 metros de profundidad. En la imagen se aprecia una indicación topográfica de la región externa de dicho cráter: marcas semicirculares de 3 a 5 metros de profundidad y 5 Km de anchura. Los científicos creen que el impacto modificó las rocas subsuperficiales  haciéndolas inestables. Sobre estos materiales se depositaría posteriormente roca caliza, la cual se erosionan con relativa facilidad. La inestabilidad del borde del cráter produjo fracturaciones en la roca caliza, formando los accidentes topográficos observables en la imagen por radar. Además, el colapso de numerosas cavernas de caliza sobre el borde del cráter ha dado como resultado la formación de depresiones circulares, visibles en la imagen.

 

La Misión Topográfica por Radar del Shuttle la llevó a cabo el Endeavour entre el 11 y 22 de febrero de 2000 y consistió en la realización de mediciones tridimensionales de más del 80% del terreno situado entre 60° al Norte y 56° al Sur del ecuador terrestre: http://www.jpl.nasa.gov/releases/2003/30.cfm                          Imágenes: http://photojournal.jpl.nasa.gov/catalog/PIA03379  http://www.jpl.nasa.gov/srtm/mexico.htm                                                     Información sobre la Misión Topográfica de Radar del Transbordador Espacial: http://www.jpl.nasa.gov/srtm/ http://www.jpl.nasa.gov/earth/features/chicxulub.cfm

CHICXULUB HOY:

Su significado en Maya es: "Pozo donde hacen cornudo", fue fundado por los Pech, señores de Chicxulub y Conkal; se desconoce desde cuando existe, pero fue la puerta de salida al mar de la población denominada Chicxulub Pueblo. En 1531 fondeó allí sus naves Montejo "El Adelantado" para convivir con los moradores de Ixil y Chicxulub, cacicazgos de Pech.

El puerto fue vigía de Yucatán contra los invasores piratas, todavía se conserva a un lado de la carretera que va a Chicxulub Pueblo, una fortaleza con sus claraboyas, el puerto ha sido el lugar preferido de los veraneantes de temporada desde tiempos inmemoriales y posiblemente fue el primer balneario de los yucatecos.

Los barcos de la "flota mosquito" que terminó sus días después de la Segunda Guerra Mundial, hicieron sus operaciones en Chicxulub que está a solo cuatro kilómetros de Progreso, pero en la actualidad parece estar ya unido a este puerto por medio de residencias veraniegas, comunidad ejidal Benito Juárez, centros recreativos y albergue de ancianos. Es el punto más comunicado con el municipio por una carretera costera que va a Dzilam de Bravo y otra a Mérida que pasa por Chicxulub Pueblo y Conkal; cuenta con todos los servicios modernos como el agua potable, energía eléctrica y teléfono, su población es de 4,000 habitantes.

Las familias veneran a la Virgen de la Asunción Poderosa. Sus muelles de cabotaje y pescadores quedaron en ruinas, por el abandono y posteriormente por el Huracán "Gilberto", el pueblo vive de la pesca y el turismo; fue construido un centro cultural para ayudar al pueblo a superarse con el aprendizaje de oficios y artesanías.

Chicxulub Puerto, Uaymitún, playa San Bruno, Miramar, Telchac, San Crisanto, Chabihau, Santa Clara y Dzilam de Bravo son paradas obligadas en el recorrido por la costa norte de Yucatán. Aunque no tienen la magnificencia de otras playas, en estos destinos se puede descansar con placidez. El oleaje se desliza por la arena con tenues movimientos, como si se estuviera a la orilla de una inmensa laguna.

La población, que prácticamente subsiste de la pesca ribereña, tiene dos atractivos poco explorados: "Las trincheras", ubicadas a un costado de la carretera a Chicxulub Pueblo, y la zona arqueológica de Namul, que está detrás de Uaymitún. Las trincheras" eran utilizadas por los primeros pobladores, para protegerse de los ataques de los piratas durante la época de la colonia. "Las trincheras", que datan del siglo XVIII, son construcciones de piedras en lo alto de unas bardas, donde los primeros pobladores se protegían de los filibusteros. La zona arqueológica de Namul, ubicada a cinco kilómetros de la carretera costera a Uyamitún, cuenta con cinco cerros que al parecer fueron utilizados por los mayas como centro ceremonial. Mediante la conjunción de las trincheras y la zona arqueológica de Namul, Chicxulub cuenta con variados atractivos turísticos, además de sus playas, para convertirse en sitio de gran interés para los visitantes

http://www.yucatan.com.mx/especiales/playas/chicxulub.asp

http://www.igeofcu.unam.mx/chicxulub/

http://www.geocities.com/CapeCanaveral/Galaxy/8152/spanishcrater.html

http://www.e-local.gob.mx/enciclo/yucatan/municipios/31020a.htm

http://www.ehu.es/~gpplapam/congresos/bioeventos/grajales.html

http://www.xtec.es/recursos/astronom/craters/chicxulubs.htm

http://astroenlazador.com/noticias/Marzo03/general/ng110303.htm

 

 

EL CRÁTER DE YUCATÁN ES ANTERIOR
Nuevos datos ponen en duda la teoría de que un asteroide causó la extinción de los dinosaurios

EFE 2 de Marzo de 2.004

 

WASHINGTON.- Científicos mexicanos, alemanes y suizos han puesto en tela de juicio la teoría de que los dinosaurios desaparecieron de la faz de la Tierra como resultado del impacto de un asteroide.

 

Hasta ahora existía la creencia generalizada de que el asteroide se estrelló contra la superficie del planeta hace 65 millones de años, lo que generó los cambios volcánicos y climáticos que causaron la desaparición de los dinosaurios.

 

Pero en un artículo publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences', los científicos que han investigado la evidencia geológica en un cráter de la península de Yucatán (México) aseguraron que la colisión ocurrió mucho antes de comenzar la extinción de estos animales.

 

"Desde comienzos del decenio de 1990 se ha considerado que el cráter Chicxulub es la prueba más concluyente de la hipótesis de que un asteroide mató a los dinosaurios y causó la extinción en masa de otros organismos en el Cretáceo Terciario, hace unos 65 millones de años", dicen los investigadores en el artículo.

 

Sin embargo, agregan, una perforación de 1.600 metros realizada en medio del cráter sugiere que se formó más de 300.000 años antes y "por lo tanto no causó la extinción masiva como se creyó".

 

Entre las muestras recogidas en el cráter, cuyo diámetro es de unos 200 kilómetros, se encuentra una roca cristalizada que pudo haberse derretido hace unos 65 millones de años. Otros fósiles encontrados en el lugar sugieren que el cráter sufrió el impacto 300.000 años antes, lo que es avalado por evidencias magnéticas en el lugar.

 

Según Gerta Keller, geóloga de la Universidad de Princeton y miembro del grupo científico, las conclusiones de la investigación respaldan la teoría de que la extinción de los dinosaurios y otras formas de vida no fue causada por el impacto de un solo asteroide, sino por varios cuerpos procedentes del espacio.

 

La caída de esos asteroides coincidió con un periodo de intensa actividad volcánica, conocido como vulcanismo Deccan, así como un calentamiento global que causó la desaparición de muchas especies, según Keller.

 

"Este descubrimiento sugiere que el impacto ocurrido en el Cretácico Terciario (así como la actividad volcánica) fue la gota que colmó el vaso, más que la matanza catastrófica de una comunidad saludable", señalan los investigadores en la revista.

 

La tarea que tienen ahora los científicos para dar más fuerza a su teoría es encontrar otros cráteres que hayan sido causados por el impacto de asteroides. Hay uno de ellos en India y "hay pruebas de un tercero que ocurrió hace unos 150.000 años, después del Cretácico Terciario", dijo Keller.

   
  VERANO MAYA 
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