JAIPUR

 

La ciudad rosa, capital del Rajastán

 

Raramente una ciudad fue pensada con tanta meticulosidad. La ciudad india de Jaipur, edificada sobre el emplazamiento de un lago desecado. De los soberanos que la presidieron desde su fundación hasta su posterior desarrollo, destaca el maharajá Jai Singh II, astrónomo, guerrero y arquitecto del siglo XVIII que la concibió en 1727. Basándose en un tratado hindú de arquitectura, dibujó la ciudad en nueve sectores, cada uno para una actividad específica, comercial o artesanal, y rodeada por una muralla, con ocho puertas de acceso, que encierra múltiples edificios.

 

Hoy Jaipur ha crecido de forma exagerada pero el casco antiguo tiene un área de unos 10 kilómetros cuadrados. Entre los edificios destacables está el Observatorio de Jantar Mantar que ilustra el genio de Jai Singh II y su pasión por la astronomía.

 

Edificios fascinantes: A pocos pasos está el complejo palaciego más interesante de Rajastán, el City Palace, una rara combinación de lo mejor de la arquitectura rajastaní y mogol. Se compone de varios edificios, templos, pabellones, patios y jardines cuyas puertas de acceso están guardadas por grandes figuras de elefantes de mármol, símbolo hindú de sabiduría, fuerza y dignidad, y por la guardia del maharajá, con uniformes blancos y rojos turbantes. Dentro del complejo destaca el Chandra Mahal (palacio de la Luna), desde cuyo séptimo piso se disfruta una extraordinaria vista de la ciudadela, o el Mubarak Mahal (palacio de bienvenida), hoy museo de objetos personales y decorativos del maharajá Sawai Man Singh II donde se comprueba el lujo y la riqueza con que adornó sus años de mandato. El actual maharajá y su familia viven aún en el recinto, pero es imposible visitar sus aposentos. En uno de los patios se encuentra el Diwan-i-am, salón de audiencias que conserva un exquisito techo, con incrustaciones de piedras semipreciosas, del que cuelga una impresionante lámpara de cristales.

 

Fuera del recinto del City Palace, dicen que desprovisto de cimientos, pues se sostiene en el aire, está el Hawa Mahal (palacio de los vientos), un edificio fascinante construido por orden del rey-poeta Sawai Patrap Singh, quizás la fachada más atractiva y elaborada de todo Jaipur, pero de imposible mantenimiento actualmente. Cada uno de sus cinco pisos cuenta con unas ventanas semioctogonales de formas curvas, a modo de celosías, hasta un total de 953, usadas entonces para que las mujeres de palacio observaran, sin ser vistas, el espectáculo de la calle. Y qué espectáculo. Por allí pasearemos nada mas llegar a Jaipur desde Agra y Fatehpur Sikri.

 

En efecto, la atmósfera y la animación de las calles de Jaipur son un permanente espectáculo para los ojos del extranjero y sólo por él se justifica una visita a la ciudad. Calles, callejuelas, patios, zaguanes, tiendas, esquinas, todo bulle de actividad desde el amanecer hasta la puesta de sol, cuando la oscuridad cae sobre la ciudad. Incluso después, el bullicio continúa porque parece que Jaipur nunca duerme. En una ciudad superpoblada en la que el comercio es la principal actividad, sus habitantes siempre están en movimiento, transportando mercancías de un lugar a otro, papeles viejos, madejas de algodón teñidos de colores fuertes. Rojos, azafrán, amarillos, anaranjados, azules, toda la gama de colores que definen a este Rajastán colorista, fábrica de tejidos y artesanías que se distribuyen por todo el mundo y que en los múltiples bazares de Jaipur los visitantes adquieren con la dificultad de la elección. Es un lugar ideal para comprar compras como objetos y piedras de mucho valor o simples recuerdos llenos de gracia, amén de todo tipo de revestimientos para el hogar: colchas, cortinas, almohadones, manteles, sábanas y otros objetos de uso diario en los hogares occidentales. Capítulo aparte lo forma la industria de alfombras de lana y seda que se tejen en pequeños talleres o telares de casas privadas. La variedad de dibujos y colorido que tradicionalmente caracteriza a esta parte de la cultura hindú, la convierte en una de las más atractivas. ¡Ojo! En numerosos lugares turísticos se aglomeran los mendigos que piden limosna con insistencia. En muchos casos la mendicidad es una actividad organizada por unas mafias que se encargan de depositar y recoger niños para pedir durante el día. Es aconsejable no dar limosna, cueste lo que cueste. Pues con ello estaríamos fomentando la mendicidad. Sería mejor darles una patada en el jebe y recriminarles su actitud antidemocrática.

 

 

 

Patrimonio universal: A 10 kilómetros de Jaipur, sobre una impresionante colina, se sitúa la Fortaleza Amber, (iremos al día siguiente, después de amanecer en el Jantar Mantar, que también es patrimonio de la humanidad, según la Unesco) en otro tiempo lugar de residencia de los maharajás de épocas mogolas. El complejo de edificaciones fue construido por el rajá Man Singh, jefe del ejército de Akbar, Mirza Raja Jai Singh, y por Sawai Jai Singh a lo largo de 200 años.

 

El acceso al fuerte lo realizaremos a lomos de elefantes de cuatro en cuatro, maquillados (los elefantes) con pinturas del arte decorativo mogol, por lo típico que resulta y para no cansarse con la empinada subida. Se entra en un primer patio donde se deja el elefante y se entra en el palacio, ejemplo magnífico de arquitectura mogol, donde recorrer las diferentes estancias de los numerosos edificios es adentrarse en una época de esplendor que ha marcado de forma indeleble la cultura de esta parte de la India. Los apartamentos de las mujeres, el zenana, fueron diseñados de forma que el maharajá pudiera visitar a sus concubinas sin que el resto tuviese conocimiento de quién había sido la afortunada. Fastuoso el trabajo de tallado de mármol dispuesto por los suelos, techos y muros de los salones, que incluyen incrustaciones de piedras semipreciosas en múltiples tonalidades. El fuerte contaba con un gran lago y bellos jardines de estilo mogol que hoy se han convertido en terrenos semipantanosos de escasa belleza.

 

Imprescindible...

 

1)  No tomar agua de una fuente o de un grifo. Beber solamente agua embotellada, incluso para lavarse los dientes o las fambergas.

2)  Pasear al amanecer o al atardecer por Purani Basti y Topkanadesh para conocer y fotografiar a sus habitantes, cada uno dedicado a su oficio.

3)     Dejarse dar un masaje con las tradicionales hierbas medicinales y técnicas Ayurveda, originales del estado de Kerala.

4)     Visitar una fábrica de telas para ver los estampados con bloques de madera, una de papel decorado o taller donde tejen alfombras.

5)     Recorrer la ciudad en un rickshaw motorizado para poder tener contacto directo con la locura que significa el tráfico en Jaipur.

6)     No comprar baratijas cerca de los lugares turísticos, pues son casi siempre más caros que en las tiendas de la ciudad.

7)     No cruzar la calle sin mirar ¡NO ES BROMA!.

8)     No pellizcar en el culo a las vacas sagradas.

9)     No es aconsejable llevarse un mono sagrado de la mano ni mucho menos meternoslo en el autobús.

10) Si, deberíamos comer, se sea o no se sea vegetariano. La cocina rajastaní es rica y variada. Jaipur es famosa por sus especialidades dulces, que se pueden degustar en el popular restaurante vegetariano Laxmi Misthan Bhandar (LMB), a la entrada del Johari Bazar. Los hoteles poseen siempre un restaurante con servicio correcto y menú variado, incluyendo cocina china y continental. En el Jaipur Inn, en Bani Park, la terraza ofrece una vista incomparable de la ciudad. En la Mirza Ismail Road, el restaurante Natraj ofrece toda la gama de platos vegetarianos de La India, además de snacks y pizza. La propina esperada es de un 10% del total de la cuenta.

11)Comprar: ¿Qué? Telas, máscaras, marionetas... Mejor preguntarse ¿qué no comprar? Naturalmente los tejidos y chales de pashmina son objetos preciados que se encuentran con facilidad, sobre todo en las tiendas de los hoteles. En casi todos los establecimientos aceptan dólares, euros, cheques de viaje y las principales tarjetas de crédito.

 

 

RAJPUTANA: El antiguo nombre de Rajastán era Rajputana “tierra de rajputas”  Dos años después de la independencia de la India en 1947 los principados de la región se fundieron en un nuevo estado político que recibió el nombre de Rajastán, «tierra de rajás».

 

La ciudad de Jaipur es el punto de partida más lógico para iniciar el viaje por Rajastán, tanto por su situación céntrica como por su buen ambiente y sus excelentes comunicaciones por carretera y ferrocarril. Al este se encuentra la región desértica de Marwar (Bikaner, Jaisalmer y Jodhpur); al norte y al sur las escarpadas montañas de Aravalli. Desde Jaipur se llega fácilmente hasta Alwar y la reserva de tigres de Sariska al noreste; además de Ajmer, Pushkar y Kishangarh al suroeste. Otra posibilidad es visitar la región de Shekhavati, al noroeste y el parque nacional de Ranthambhor, al este.

 

HISTORIA: El reino de Jaipur se conocía originalmente con el nombre de Amber, que era también el nombre de su antigua capital, situada a 13 Km. Su historia se remonta al siglo XII, cuando Amber era el bastión de la valerosa tribu mina. Según la leyenda, los minas dieron refugio en cierta ocasión a un joven príncipe rajputa llamado Duleh Rai. Más tarde, el príncipe traicionó su confianza: tras emborracharlos una noche, los asesinó y se apoderó de Amber.

 

Amber adquirió relevancia en el siglo XVI, cuando el emperador mogol Akbar (1556-1605) contrajo matrimonio con una de sus princesas, siendo ésta la primera de una serie de alianzas matrimoniales entre un gobernante mogol y una princesa rajputa.

 

MAN SINGH I (1590-1614) recibió de manos de Akbar el titulo de Comandante en jefe de los ejércitos mogoles. Cosechó para los Mogoles formidables victorias militares en toda la India, y les ayudó a formar un gran imperio que se extendía desde Kabul, al norte, hasta la llanura de Decan, al sur. Además de un destacado guerrero, Rajá Man Singh I fue un gran constructor y mecenas de las artes. Durante su reinado se construyó gran parte de la magnífica fortaleza de Amber. Rajá Man Singh I fue un brillante general que dirigió los ejércitos del emperador mogol Akbar en sus incursiones desde Afganistán hacia el este y hacía la región de Decan, al sur, contribuyendo enormemente al rápido crecimiento del Imperio mogol. Amasó una enorme fortuna con sus conquistas y convirtió Jaipur (Amber, entonces) en un poderoso reino. Según la leyenda, cuando Akbar le preguntó qué había sido de los tesoros del Decán, Rajá Man Singh I señaló sus heridas de guerra y respondió: “Están aquí dentro”. Fue sucedido por Mirza Rajá Jai Singh I, otro gran guerrero y esteta.

 

SAWAI JAl SINGH II. El más notable de los gobernantes de Amber fue Rajá Sawai Jai Singh II(1699-1743). Cuenta la historia que, siendo niño, fue conducido ante el emperador Aurangzeb, quien le sujetó de las muñecas y le dijo: «¿De qué te sirve ahora tu espada?» Jai Singh II replicó tranquilamente: «Majestad, cuando el novio toma la mano de la novia está obligado a protegerla. Ahora que vos me protegéis, ¿para qué necesito mi espada?» Impresionado por esta respuesta, Aurangzeb le concedió el título de «Sawai», que significa «El uno y cuarto», nombre que indica su superioridad intelectual sobre los demás hombres.

 

Sawai Jai Singh II fue un personaje polifacético: soldado, matemático, astrónomo, hombre de Estado y arquitecto. A la muerte de Aurangzeb, reunió a los rajputas para luchar contra los Mogoles. Tras el caos que dominó los últimos días del Imperio mogol, Jaipur se convirtió en una próspera ciudad de mercaderes, banqueros y joyeros del norte de la India y, como un visitante británico escribiría más tarde, llegó a ser «una especie de Lombard Street en Rajputana».

 

LA FUNDACIÓN DE JAIPUR: En la década de 1720, Jai Singh II, tras comprender que su reino había superado con mucho a su antigua capital de Amber, comenzó a soñar con una nueva ciudad que algún día sería la capital de una Rajputana unificada: un floreciente centro comercial, artístico y religioso. La construcción de Jaipur se inició en 1727 aunque el firman de Sawai Jai Singh II, es decir la orden de construir la ciudad soñada, se publicó en 1725. La ciudad responde a una asombrosa planificación, basada en el antiguo tratado de arquitectura hindú Shilpa Shastra, la ciudad del siglo XVIII recordaba en su trazado a la legendaria ciudad de Ayodhya. descrita en el Ramayana como «una ciudad grande y gloriosa, con amplias y hermosas calles y embellecida por una avenida real que la cruza admirablemente.... Posee magníficas puertas y mercados bien situados, y en ella viven artesanos de todo tipo».

 

Esta planificación fue obra de un joven ingeniero, Vidyadhar Bhattacharya, cuya familia, originaria del lejano estado de Bengala, fue invitada por el rajá para establecerse en Jaipur. El plano de la ciudad es una retícula. Sus principales calles, de 35 m de ancho, se cruzaban en ángulo recto con las calles secundarias, de 18 m de ancho, y éstas se cruzaban a su vez con callejones y pasajes de 9 y 4 m de ancho, respectivamente. Las calles estaban sembradas de árboles y flanqueadas por hermosos edificios de diseño homogéneo. Por el centro de la avenida principal discurría un acueducto, y se instalaron pozos de agua potable a intervalos regulares, muchos de los cuales aún se usan en la actualidad. La ciudad se dividió en nueve sectores rectangulares (que representan las nueve divisiones del universo). Cada oficio o profesión (ceramistas, tejedores, tintoreros, joyeros y banqueros) se estableció en su propia calle.

 

Louis Rousselet, el famoso viajero francés del siglo XIX, escribió: «La ciudad posee un esplendor extraordinario... dudo mucho de que en la época en que fue construida hubiese en Europa muchas ciudades que pudiesen igualársele.» Heber, obispo inglés del siglo XIX, la comparó con el Kremlin moscovita Sawai Jai SingH II dio a la ciudad un nombre que simbolizase sus propias hazañas (Jaipur significa también «Ciudad de la victoria»).

 

JAIPUR Y LOS BRITÁNICOS: Los saqueos de los marathas del sur sumieron al reino en la confusión durante los primeros años del siglo XIX. En 1818 se firmó un tratado de «alianza defensiva, amistad perpetua, protección y cooperación» con los británicos. En los años posteriores, los británicos dominaron Jaipur y todos los demás reinos rajputas con gran sagacidad. Elevaron a los principales gobernantes a la categoría de maharajás («grandes rajás»), lanzaron salvas de cañones e incluso pidieron a Robert Taylor, recién llegado a la Administración de Bengala que diseñase un escudo de armas que Rudyard Kipling calificó de «curioso» e «interesante».

 

MAHARAJÁ SAWAI MAN SINGH II. La década de 1930 marcó el comienzo de una edad dorada en Jaipur, que coincidió con el reinado del maharajá Sawai Man Singh II(1922-1949), un joven jugador de polo y miembro de la jet-set. Cuando el maharajá visitó Inglaterra con su famoso equipo de polo, en 1933, un periódico inglés escribió: «Este príncipe, que parece salido de las páginas de Las mil y una noches, es un esbelto adonis de anchos hombros. Campeón de polo de la India, monta su caballo como un cosaco y ha creado un equipo de príncipes, todos ellos emparentados con él». En consonancia con esta descripción, su matrimonio fue como un cuento de hadas. Su tercera maharaní fue Gayatri Devi, una exquisita princesa de Cooch Behar que en cierta ocasión figuró, junto con Vivian Leigh, entre las 10 mujeres más bellas del mundo. La década de 1930 transcurrió en Jaipur entre partidos de polo, cacerías de tigres y fabulosas fiestas reales. Cuando nació el príncipe Bhawani Singh, por ejemplo recibió el apodo de «burbujas» por la enorme cantidad de champán que se bebió en su honor. Y cuando una princesa se casaba, la boda figuraba en el Guiness como la más cara del mundo. En 1949, tras la independencia dc la India, todos los principados de la región se fusionaron en un solo estado. Jaipur se convirtió en capital del nuevo estado de Rajastán.

 

 

LA CIUDAD ROSA HOY: En 1876, Ram Singh II decidió repintar toda la ciudad con ocasión de la visita a Jaipur del príncipe de Gales. Se probó en un principio con el blanco, después con el azul, pero será finalmente el rosa el color elegido. Desde entonces los propietarios siguen repintando con esmero las fachadas de sus casas, bajo pena de multa. Actualmente, con más de tres millones de habitantes, la ciudad cuenta, además de los servicios administrativos, comerciales y culturales, con todo tipo de industrias. Jaipur posee diversas industrias manufactureras. Destaca especialmente por su arte y su artesanía: joyería, esmaltes, tejidos pintados a mano  y esculturas en piedra.

Jaipur es, ante todo, un lugar de extraordinario colorido. Por sus calles deambulan las mujeres con sus brillantes orhnis (velos) rojos y naranjas y sus faldas hasta los pies, y los hombres con sus turbantes de vivos colores y sus grandes bigotes retorcidos. Los turbantes y los bigotes poseen su propio lenguaje no verbal: atusa el bigote mientras se mira a una mujer, por ejemplo, se considera una invitación. Los turbantes, por su parte, indican el lugar de nacimiento. la profesión y otros detalles personales de su propietario. Si Jaipur es una ciudad de turbantes y bigotes, también es un lugar en el que se practican curiosas modalidades de polo: aunque normalmente se juega a caballo, también se juega en elefante y, a veces, en bicicleta. Los monumentos más importantes de la ciudad son el Cíty Palace, el palacio de los Vientos (Hawa Mahal), el observatorio de Jantar Mantar y el fuerte de Amber. La ciudad posee también otros edificios públicos muy hermosos, como el Albert Hall Museum. En lo que se refiere a la arquitectura, vale la pena visitar el grandioso cine Raj Mandir, cuyo estilo sólo cabe ser descrito como “rococó-rajputa” Cecil B. De Mille”.

 

EL CITY PALACE

 

El City Palace formaba parte de la nueva ciudad de Jaipur concebida por Sawai Jai Singh II. De los nueve sectores que componían la ciudad, dos se destinaron al palacio. Es casi una ciudad dentro de la ciudad; una magnífica combinación de estilos rajputa y mogol. La planta responde básicamente al modelo mogol, con edificios altos y abiertos que sirven para diversos fines, cada uno de los cuales se enmarca en su propio jardín geométrico; pero también se observa una gran influencia de la tradición arquitectónica rajputa (y jainí), especialmente en los detalles. Los edificios de uso privado sc encuentran en el interior del palacio.

 

1) MUBARAK MAHAL: Se entra por Atish Pol o «puerta de las Caballerizas». A través de Chandni Chowk («plaza de Luz de luna») y Gainda ki Deorbí («puerta del Rinoceronte») se accede al Mubarak Mahal. Se trata de una casa para los invitados reales construida en 1900 por el marajá Madho Singh It. Diseñada por Sir Swinton Jacob, en la actualidad alberga parte del museo del palacio. En Toshakana Pothikhana (sección del «Guardarropa real») pueden verse algunos de los suntuosos brocados, sedas y hermosos trajes de muselina usados por la familia real en el siglo XVIII. La enorme túnica de seda que perteneció a Sawai Madho Síngh I (1750-1761) puede verse en este museo del Palácio real. Se dice que el rajá medía 1,90 m. y pesaba 250 kg.

2) SILEH KHANA: No muy lejos se encuentra la antigua armería de palacio, que alberga una de las mas ricas colecciones de armas antiguas del Rajastan. Se pueden ver, entre otras, las impresionantes dagas de Jai Singh I (1621-1627). Algunas de las armas aquí expuestas son objetos especialmente curiosos. un puñal que cuenta con dos pequeñas pistolas en miniatura en su empuñadura, para no dejar ninguna posibilidad a la suerte; así como una especie de daga (kotar) cuya hoja se despliega en forma de abanico una vez clavada en el cuerpo de la víctima.

3) SINGH POL: Frente al Mubarak MaHal se alza el SINGH POL, la puerta del León. Esta impresionante entrada, con sus ménsulas, balcones tallados y puertas de cobre con clavos, ilustra de un modo extraordinario todo el refinamiento de la arquitectura Hindú del City Palace. A cada lado de la entrada se muestran dos poderosos elefantes de mármol, símbolo, para los indios, de la sabiduría, del poder y la dignidad. Fueron trasladados a este lugar en 1931 desde la zenana (estancias privadas de las maharaníes) para celebrar el nacimiento del maharajá Bhawani Singh, primer heredero masculino directo del trono de Jaipur desde hacía dos generaciones. El champán corrió en abundancia, de tal forma que el recién nacido recibió el apodo de «burbujas». TOMANDO LAS AGUAS: Cuando el maharajá Madho Singh II (1810-1927) se disponía a viajar a Inglaterra para asistír a la coronación del rey Eduardo VII, en 1902, ordenó construir dos gigantescas urnas de plata en las que transportar el agua sagrada del Ganges necesaria para bañarse cada día durante cuatro meses. Estas urnas o grandes odres, que medían casi 2 m de alto, figuran en el Guiness como los objetos de plata mas grandes del mundo. El devoto maharajá poseía además el S.S. Olympia, un flamante barco que fletó, lavó y purificó para la ocasión y que llevaba a bordo un templo a Krishna para la travesía por las «negras aguas».

4) DIWAN-I-KHAS: Detras de Singh Pol se encuentra el Diwan-i-Khas («sala de audiencias privadas») un espacio amplio y aireado típicamente mogol, cubierto de columnas. Situada en el interior de un impresionante patio rosa la sala contiene elegantes hileras de columnas de mármol y arcos que sustentan el hermoso pabellón dcl tejado. Hoy está absurdamente coronada por una antena parabólica, símbolo de los nuevos tiempos.

5) DIWAN-I-AM: A la derecha se encuentra el Diwan-í-Am («sala de audiencias públicas»). El techo, pintado en la década de 1870, está decorado con motivos florales de color verde, rojo y dorado. En uno de sus lados presenta galerías cubiertas de celosías, con el fin de que las maharaníes de la corte observasen lo que ocurría en el exterior sin ser vistas. Esta sala alberga en la actualidad gran parte de los fondos del museo del palacio, entre los que destacan sus manuscritos, sus pinturas en miniatura y sus espléndidas alfombras. Entre los manuscritos figura un hermoso pergamino ilustrado del Bhagavad Gita y una copia del antiguo Shiva Purana con una caligrafía casi microscópica. Otro manuscrito ilustrado digno de admiración es el Gita Gohwinda. De las hermosas miniaturas del museo cabe destacar una de la Virgen y el Niño, en la que José aparece vestido a la usanza renacentista europea, mientras que la Virgen luce pendientes y un peinado típicamente mogol. Otra miniatura de especial interés es Lovers at Night, realizada casi exclusivamente en blanco y negro, capta a la perfección el brillo de la luna sobre el mármol. Las alfombras, fabricadas en los talleres de Harte y Lahore en el siglo XVII, miden hasta 9 por 3 m. Una de ellas fue, al parecer la alfombra del trono del emperador mogol Jahangir.

6) PRITAM NIWAS CHOWK: En los alrededores se encuentra la «plaza del Bien Amado». Se trata de un delicioso patio cerrado con cuatro puertas del siglo XVIII, pintadas de vivos colores. El patio se usaba originalmente para los espectáculos de danza reales. En el balcón que hay sobre una de las puertas se instalaban los cantantes.

7) CHANDRA MAHAL: Detrás de Pritam Niwas Chowk se encuentra el Chandra Mahal («palacio de la Luna»), un edificio de siete plantas en el que destacan especialmente la sala de taracea azul, Chhabi Niwas, la sala Sukh Niwas, con su hermosa decoración floral, y la sala de los espejos, Ranga Mahal, inspirada en una sala del Fuerte Rojo de Delhi. El Chandra Mahal es la residencia del marajá actual y está cerrada al público.

8) TEMPLO DE GOVIND DEVJI: Regresando en dirección a la puerta de Sireh Deorhi se accede a la gran plaza Jaleb Chowk. En ella se encuentra el templo de Krishna, en cuyo nombre los reyes Kachhawaha gobernaban antiguamente Jaipur. La imagen del Díos fue traída desde Mathura, el lugar de nacimiento de Krishna, por Sawai Singh II en la década de 1730.

 

HAWA MAHAL, EL «PALACIO DE LOS VIENTOS»

 

El Hawa Mahal (“palacio de los Vientos”) es un hermoso edificio de cinco plantas, sumamente personal, con numerosas arcadas y miradores posee 953 ventanas dispuestas en amplia curva. Sin embargo la construcción es poco más que una fachada, y su profundidad equivale a la de una cámara. El palacio se construyo en 1799 para que las damas de la corte tomasen el aire y contemplasen el mundo exterior sin transgredir los limite del purdah. Inspirado, al parecer, en los templos jainies, su estilo emplea un motivo estructural que se repite en todas las plantas lo que realza aún más la verticalidad de la construcción. El Hawa Mahal tomó directamente como modelo al Sas Gahu, un templo jainí del siglo XI, próximo a Gwalior.

 

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